EVITAR DAÑOS EN EL VEHÍCULO POR BADENES Y SOCAVONES

EVITAR DAÑOS EN EL VEHÍCULO POR BADENES Y SOCAVONES

El terreno no siempre está en buenas condiciones y tu vehículo lo sufre, aunque pases con cuidado e intentes evitar cada agujero del camino.  Además, los nuevos límites de velocidad en zona urbana han propiciado que se hayan colocado badenes en muchas localidades para obligar a los vehículos a reducir la velocidad.
Las consecuencias no siempre se ven a simple vista, pero pueden estar ahí. Por eso conviene que tengas en cuenta estas revisiones y consejos para evitar daños mayores.

Hay dos variables principales a la hora de que tu vehículo se vea más o menos afectado: la velocidad a la superes el bache o el badén y la profundidad o altura que tenga uno u otro.

Obviamente, a mayor profundidad o altura y mayor velocidad, mayores serán las consecuencias para nuestro vehículo.

Ten en cuenta que, ante una protuberancia o socavón en el camino, los primeros en sufrir serán los neumáticos. Como ya hemos comentado en otros artículos del blog  -pincha aquí-, su estado es primordial para garantizar la seguridad. Unas ruedas dañadas repercuten en el agarre, la estabilidad, el equilibrado y la distancia de frenado del vehículo.

Los problemas más comunes provocados por los baches son la aparición de bultos en la pared lateral, la separación de la banda de rodadura y el pinchazo. También puede ocurrir que la alineación se vea afectada y eso provoque un posterior desgaste desigual de los neumáticos, lo que acabará provocando que tengamos que cambiarlos antes de tiempo.

Pero, no sólo las ruedas se verán afectadas por los baches o los badenes. La suspensión del vehículo es otra de las grandes perjudicadas. Los amortiguadores tendrán un gran trabajo extra, especialmente si la velocidad es demasiado alta, así como los muelles y cojinetes de los brazos de suspensión.

Recuerda que neumáticos y amortiguadores forman parte del llamado “triángulo de seguridad” ya que pueden afectar al control del vehículo -más información aquí-.

Hay que tener muy en cuenta que la avería de cualquiera de estos componentes puede llegar a suponer un desembolso muy alto, por eso es conveniente seguir algunos sencillos consejos.

En primer lugar, asegúrate de que la presión de tus ruedas es la correcta en todas ellas; deben estar correctamente hinchadas. Después, vigila que no tengan grietas o fisuras; incluso las pequeñas pueden hacer perder el sello hermético. Puede ser complicado verlas debido a su posición o a la suciedad y el polvo de la carretera.

Y asegúrate de que los amortiguadores de tu vehículo están en buen estado, porque, si el sistema de suspensión se ve afectado, se acaban perjudicando tanto componentes del motor, como el confort en el habitáculo del vehículo. Los desajustes provocados en pequeñas piezas de plástico acaban provocando roces, silbidos y crujidos debido al rozamiento no deseado de los materiales. Un sencillo test de amortiguadores te dará la clave para conducir más seguro.

Y, ya sabes, ante cualquier elemento extraño en la calzada: amodiño.

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